1.Ficha técnica
Año: 2008
Título original: Doubt
País: EE.UU.
Dirección: John Patrick Shanley
Intérpretes: Meryl Streep, Philip Seymour Hoffman, Amy Adams, Viola Davis, Alice Drummond, Audrie J. Neenan
Argumento: John Patrick Shanley (Obra de teatro)
Guión: John Patrick Shanley
Música: Howard Shore
Fotografía: Roger Deakins
Duración: 104 min.
Género: Drama, Thriller
2.Sinopsis
Estamos en 1964, en la Iglesia de San Nicolás, en el Bronx. El padre Flynn, un brillante y carismático sacerdote, intenta desafiar las estrictas reglas que la hermana Aloysius lleva custodiando desde hace años con mano de hierro. Ella es la directora del colegio y cree ciegamente en el poder del miedo y la disciplina. Los cambios políticos está llegando a todos los estrados de la sociedad y la escuela acaba de aceptar a Donald Miller, su primer estudiante negro. Pero la hermana James hace saber a la hermana Aloysius que el padre Flynn está prestando una antención demasiado especial al muchacho. La hermana Aloysius se siente obligada a emprender una cruzada para averiguar la verdad y para expulsar a Flynn del colegio. A pesar de carecer de una sola prueba que confirme la sospecha, la hermana Aloysius se ve abocada a una lucha de poder con el padre Flynn.
3.Comentario sobre la figura del padre Brendan Flynn
No es fácil presentar un debate sobre el padre Flynn porque la película no se centra en él. Aunque están de fondo los casos de pederastia y abusos sexuales en la Iglesia norteamericana, éste no es el verdadero tema de la película. Como nos dice Rafa Delgado: “Se trata de una historia sobre la búsqueda de la verdad, las fuerzas del cambio, y las devastadoras consecuencias de una justicia ciega en una época definida por las férreas convicciones morales”.
En este sentido Ángel A. Pérez Gómez aclara que “nunca llegamos a tener la seguridad de que el sacerdote sea inocente, pero poco importa, porque este caso nada tiene que ver con las recientes denuncias de pederastia y abusos sexuales por parte de clérigos, sino con «el beneficio de la duda» que la protagonista no está dispuesto a conceder al acusado. Pero, en realidad, tampoco estamos ante un film sobre un inocente injustamente condenado, sino ante la descripción de una neurosis obsesiva, acentuada por el catolicismo tradicional y la estricta vida religiosa que lleva la hermana Aloysius”.
Agradecemos por ello que el director no presenta el tema desde lo morboso porque no es lo que le interesa. Pero dejemos a un lado las intenciones filosóficas sobre la verdad y la certeza, la duda y el relativismo para centrarnos en la figura del padre Flynn. ¿Quién es el padre Flynn? Para conocerle mejor hay que situarle en su contexto histórico. Estamos en una época de transición, hacia 1964, época del Vaticano II, en la que tanto en la sociedad en general comoe en la Iglesia en particular, se pasa de una fe absoluta en la jerarquía y las instituciones a un sistema que lo cuestiona todo.
Con este cuadro de fondo asistimos a una rivalidad entre la hermana Aloysius y el padre Flynn. En el fondo es una confrontación entre diversas maneras de entender la educación, los valores la Iglesia y la fe. Desde el comienzo descubrimos la hermana Aloysius como intolerante, desconfiada, insatisfecha, rigurosa, austera, que anula la bondad por el perfeccionismo de la virtud. Y no nos identificamos con ella. Frente a ella hay un sacerdote joven y renovador, que no impone la religión con miedo, que pronuncia unos sermones de interés más sociológico que religioso, y que seduce con su inteligente compasión y comprensión. La escena de la reunión en la que toma una limonada con los monaguillos es paradigmática, al igual que el contraste entre los dos comedores. Ante la directora, el padre intenta desafiar las normas del colegio apaciguando el ambiente frío que ella impone.
Desde la clave del planteamiento general el director nos aclara que “en realidad la hermana Aloysius no puede vivir en un mundo de dudas o de incertidumbre. Necesita establecer la diferencia entre el bien y el mal, y establecer principios, señala Hoffman, mientras que el Padre Flynn intenta adentrase en un mundo desconocido, un lugar nada fácil”.
La película “La duda” nos anima a hacer una revisión sobre la manera que tiene hoy el sacerdote de presentarse ante la sociedad. ¿La actitud del sacerdote de hoy es la de la hermana Aloysius o la del padre Flynn? ¿Cuál es más significativa y necesaria en el mundo de hoy? El padre Flynn camina con los hombres sin darles certitudes y respuestas ante las grandes preguntas. Se hace hombre con los hombres para caminar con ellos en medio de las dudas que a todo ser humano le asaltan (incluso a la hermana Aloysius como se aprecia en la última escena).
Pero el sacerdote también es foco de observaciones, comentarios, críticas, prejuicios y condenas. ¿Cómo vivir ante las acusaciones? ¿Cómo vivir para evitarlas y no dar pie a malinterpretaciones?
Finalmente, un rechazo frontal y sin tolerancia hacia los abusos realizados por sacerdotes debe realizarse sin miramientos.
4.Materiales para trabajar la película.
4.1.Ver y analizar
- ¿Cómo describirías al padre Flynn?
- ¿Qué hay en su manera de ser que pueda ser malinterpretado?
- ¿En qué se equivoca el padre Flynn?
- ¿Cuál es el conflicto de fondo entre el padre Flynn y la hermana Aloysius? ¿Qué tipo de Iglesia representa cada uno?
- ¿Cómo te parece que el director plantea el tema de los abusos sexuales por parte de algunos sacerdotes americanos?
4.2.Nos interpela
- ¿Qué sabor te deja la película? ¿Te gusta? ¿No te gusta? ¿Por qué?
- En la sociedad de hoy ¿qué estilo es más apropiado el del padre Flynn o el de la hermana Aloysius?
- Como sacerdote o seminarista que eres, ¿con qué estilo te identificas más? ¿Dónde pones el acento en tu espiritualidad, en la certeza o en la duda? ¿Por qué?
- ¿Cómo crees que la Iglesia tiene que manejar los casos de abusos?
4.3.Oramos
- Canto apropiado y conocido por el grupo
- DIOS MÍO, NO CREO
Dios mío, no creo
que tú hagas caer la lluvia o brillar el sol,
a la carta,
por encargo,
para que brote el trigo del labrador cristiano
o resulte la fiesta organizada por el señor cura;
que tú encuentres trabajo para el parado
que es buena persona
y dejes que los otros sigan buscando
sin encontrarlo jamás;
que tú libres de un accidente
al hijo cuya madre ha rezado
y dejes que muera el hijo
que no tiene madre para implorar al cielo;
que des tú mismo de comer a los hombres
cuando te lo pedimos,
y dejes que mueran de hambre
cuando no te lo pedimos.
Dios mío, no creo,
que nos lleves a donde tú quieres
y no tengamos más que dejarnos llevar,
que nos envíes esta prueba
y que no tengamos más que aceptarla,
que nos ofrezcas este triunfo
y que no tengamos más que agradecértelo,
que cuando tú lo decides, por fin, llames a ti
a quien amamos
y que no tengamos más que resignarnos.
No, Dios mío, no creo
que seas un dictador
que disfruta de todos los poderes
para imponer tu voluntad
por el bien de tu pueblo;
que seamos marionetas
y a tu antojo
tires de los hilos,
y que nos hagas representar un misterioso drama
en el que tú desde siempre has determinado
los más mínimos detalles de la representación.
No, no lo creo,
no lo creo ya,
porque sé ahora, Dios mío,
que tú no lo quieres,
y que no lo quieres
porque eres AMOR,
porque eres PADRE
y nosotros somos tus hijos.
Perdón, Dios mío,
por haber desfigurado tu adorable rostro
durante demasiado tiempo,
por haber creído que
para conocerte y comprenderte
era preciso imaginarte
adornado hasta el infinito
de dominio y poder,
como te imaginamos siempre
al estilo humano.
Hemos empleado palabras precisas
para pensar en ti y hablar de ti,
pero en nuestros corazones cerrados
estas palabras se han convertido en trampas,
y hemos traducido:
omnipotencia,
voluntad,
mandato,
obediencia,
juicio…
a nuestro lenguaje de hombres orgullosos
soñando en dominar a nuestros hermanos;
y te hemos atribuido
castigos,
sufrimientos y muertes,
siendo así que tú querías para nosotros
el perdón,
la felicidad y la vida.
Sí, Dios mío, perdón,
porque no nos hemos atrevido a creer
que por amor
desde siempre nos has querido LIBRES,
no sólo libres para decir sí o no
a lo que tú previamente habías decidido,
sino libres para pensar,
escoger,
actuar
en cada instante de nuestra vida.
No nos hemos atrevido a creer
que hasta tal punto quisiste nuestra libertad
que has corrido el riesgo
del pecado,
del mal,
del sufrimiento,
frutos podridos de nuestra libertad desviada,
horrible pasión de tu amor escarnecido,
que has corrido el riesgo de perder
a los ojos de muchos de tus hijos
tu aureola de bondad infinita
y la gloria de tu omnipotencia.
No nos hemos atrevido a comprender, por fin,
que cuando quisiste revelarte definitivamente
a nuestros ojos,
viniste a la tierra
pequeño,
débil,
desnudo.
Y que moriste clavado a una cruz,
abandonado,
impotente,
desnudo,
para indicar al mundo que tu sola potencia
es la potencia infinita del amor,
amor que nos libera
para que podamos amar.
Dios mío, ahora sé que tú lo puedes todo
.. .excepto privarnos de la libertad.
Gracias, Dios mío, por esa hermosa y tremenda libertad,
regalo supremo de tu amor infinito.
¡Somos libres!
¡Libres!
Libres para adueñarnos poco a poco de la naturaleza
para ponerla al servicio de nuestros hermanos,
o libres para desnaturalizarla
explotándola para nuestro único provecho;
libres para defender y desarrollar la vida,
para combatir todos los sufrimientos
y todas las enfermedades,
o libres para malgastar inteligencia, energía, dinero,
para fabricar armas
y matarnos entre nosotros;
libres para darte hijos o para negártelos,
para organizarnos y compartir nuestras riquezas
o dejar que millones de hombres
mueran de hambre sobre una tierra fértil;
libres para amar
o libres para odiar,
libres para seguirte
o para rechazarte.
Somos libres…
pero INFINITAMENTE amados.
Dios mío, creo
que porque nos amas y porque eres nuestro Padre,
desde siempre sueñas para nosotros
una felicidad eterna,
que constantemente nos propones,
pero que nunca nos impones.
Creo que tu Espíritu de amor
en el corazón de nuestra vida,
cada día nos inspira fielmente
los deseos de tu Padre,
y creo que en medio del inmenso barullo
de las libertades humanas,
los acontecimientos que nos afectan,
los que hemos escogido
y los que no hemos escogido,
sean buenos o malos,
fuente de alegrías o de crueles sufrimientos,
todos pueden,
gracias a tu Espíritu que nos acompaña,
gracias a ti que nos amas en tu Hijo,
gracias a nuestra libertad que se abre a tu AMOR,
llegar a ser para nosotros y por nosotros
siempre providenciales.
Dios mío, tan grande y enamorado,
tan humilde, tan discreto ante mí,
que sólo puedo alcanzarte y comprenderte
siendo pequeño,
concédeme la gracia de creer con todas mis fuerzas
en tu única «omnipotencia»:
la omnipotencia de tu AMOR.
Así, un día podré, con mis hermanos,
orgulloso de haber permanecido un hombre libre,
desbordando de felicidad,
oír que me dices:
Hijo mío, tu fe te ha salvado.
(Michel Quoist)
- Texto Bíblico Mc 9, 14-29
- Oración por la santificación de los sacerdotes (Pablo VI)
Ven, oh Espíritu Santo, y da a los sacerdotes, dispensadores de los misterios de Dios, un corazón nuevo que actualice toda su educación y toda su preparación, que les haga conscientes cual sorprendente revelación del sacramento recibido, y que responda siempre con nueva ilusión a los incesantes deberes de su ministerio, en orden a tu Cuerpo Eucarístico y a tu Cuerpo Místico. Dales un corazón nuevo, siempre joven y alegre.
Ven, oh Espíritu Santo, y da a nuestros sacerdotes, discípulos y apóstoles de Cristo Señor, un corazón puro, capaz de amarle solamente a Él con la plenitud, el gozo, y la profundidad que solo Él sabe dar, cuando constituye el exclusivo y total objeto del amor de un hombre que vive de tu gracia; dales un corazón puro que sólo conozca el mal para denunciarlo, combatirlo y huir de él; un corazón puro como el de un niño, pronto al entusiasmo y a la emoción.
Ven, oh Espíritu Santo, y da a los ministros del pueblo de Dios un corazón grande, abierto a tu silenciosa y potente Palabra inspiradora; cerrado a toda ambición mezquina, a toda miserable apetencia humana; impregnado totalmente del sentido de la Santa Iglesia; un corazón grande, deseoso únicamente de igualarse al del Señor Jesús, y capaz de contener dentro de si las proporciones de la Iglesia, las dimensiones del mundo; grande y fuerte para amar a todos, para servir a todos, para sufrir por todos; grande y fuerte para superar cualquier tentación, dificultad, hastío, cansancio, desilusión, ofensa; un corazón grande, fuerte, constante, si es necesario hasta el sacrificio, feliz solamente de palpitar con el Corazón de Cristo y de cumplir con humildad, fidelidad y valentía la voluntad divina. Amén.
- Padrenuestro
(Preparado por Carlos Comendador)
Puedes ver aquí el trailer de la película.
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